Las medidas de ahorro introducidas por el gobierno de la Comunidad Autónoma de Madrid en el ámbito de la educación pública, junto a la respuesta que ha despertado entre profesores, padres y estudiantes está derivando en un conflicto de la mayor trascendencia para el futuro. No en vano, varias generaciones dependerán de lo que hoy se está haciendo. ¿Se está abordando esta cuestión desde parámetros que permitan avanzar hacia un mejor sistema educativo? Porque esto es lo realmente lo importante y hacía donde deberían encaminarse todos los esfuerzos.
Cuando los conflictos se emponzoñan es difícil intentar mantener una postura equilibrada sin que a uno le acusen de apoyar a cualquiera de las partes. Los profesores, al menos en mi humilde opinión, tienen razón al considerar que la actuación de la Consejería constituye un ataque a la educación pública, máxime cuando la rebaja en el presupuesto coincide con un aumento de los incentivos para la educación concertada y privada. Que un docente tenga más estudiantes por aula, más hora de clase o que incluso deba ocuparse de materias que no son de su especialidad no puede ser positivo en el trabajo que día a día se realiza en nuestros centros. Y esto sin contar con algunos casos de persecución, caza de brujas o como deseemos llamarlo que, efectivamente, se está produciendo.
Ahora bien, la protesta de la comunidad educativa no puede implicar inmovilismo. Los indicadores de calidad demuestran que la formación que reciben los estudiantes es manifiestamente mejorable. Ahí están los informes PISA, cuyos resultados sólo pueden provocar sonrojo. Algo no se está haciendo bien cuando estamos por debajo de la media de países desarrollados en comprensión lectora, matemáticas y competencia científica. El problema es que los profesores se oponen a las medidas impulsadas por Aguirre y su consejera Figar, pero sin mencionar que el sistema educativo tiene que ser revisado. Dicho de otro modo, la inversión pública debe ir de la mano de eficacia y ello, a su vez, requiere de una profunda transformación en la enseñanza, para lo cual, a buen seguro, hay que tocar algunas condiciones de trabajo profundamente arraigadas entre los profesionales de la enseñanza.
Las autoridades, con la Comunidad de Madrid a la cabeza, deben proveer de los fondos necesarios para sostener una educación pública de calidad, que es la mejor garantía para la cohesión social y para mejorar en capacitación profesional y ciudadana de aquellos llamados a dirigir el país. Empero, educación pública de calidad conlleva la necesidad de introducir reformas. Los primeros interesados en plantear estas cuestiones deberían ser sus propios profesionales. En consecuencia, los sindicatos no pueden, no deben, eludir la responsabilidad de buscar la mejor educación pública. Y para ello deben estar dispuestos a sentarse con la CAM no sólo para hablar de dinero, sino para buscar una mejora efectiva de la educación. Y esto implica cambios. El gobierno Aguirre, por su parte, debe concienciarse que la educación no es un gasto, sino una inversión de futuro que requiere de esfuerzos presupuestarios. Racanear en este ámbito supone condenar a nuestra sociedad. No estar dispuestos a buscar nuevas líneas de mejora implica seguir condenándola.
En suma, ambas partes deben negociar, pero no tanto con el objetivo de ahorrar dinero (CAM) o mantener intocable la enseñanza (profesores), sino con el deseo último, inquebrantable y absolutamente necesario de avanzar hacia una educación pública de referencia a nivel internacional.
Estoy completamente de acuerdo contigo. Vi un vídeo bastante revelador sobre el problema en cadena en el que desembocan estos recortes en educación. También entiendo que la inmovilidad sea un recurso que al final está poniendo más trabas a la solución del problema, ya que son nueve las huelgas convocadas en total (si no me equivoco) en lo que va de curso y los alumnos están perdiendo muchas clases, lo que supone que los padres dejen de apoyar al profesorado.En algunos casos he oído decir "tal y como está la educación pública, mejor que mi hijo haga el bachillerato en la privada" por lo que los que puedan permitirse acceder a una educación de pago abandonaran la pública, que acabará por desestimarse.
ResponderEliminarEl mayor problema está en encontrar la solución a estos recortes, ya que la mayoría votó esta política de austeridad no sólo en las autonómicas, sino también el pasado veinte de noviembre. ¿Cuál es la solución? ¿El diálogo? ¿O habrá que rendirse ante esta situación?
Dejo aquí el vídeo sobre la educación,que considero explica bastante bien la situación que se está viviendo ahora, por si resulta interesante.
http://www.youtube.com/watch?v=BuN0T4GF8Gg
Un saludo.
Gracias, Lucía, por el comentario.
ResponderEliminar¿Rendirnos? Nunca. Un buen medio para ganar legitimación y por tanto tener más fuerza para reclamar financiación es hacer las cosas lo mejor posible. No digo que no existan magníficos profesores, que los hay y muchos. Pero, en líneas generales, entiendo que nuestro sistema educativo no está preparando bien a los ciudadanos y profesionales del futuro.
Para mi lo verdaderamente importante no es la financiación, sino a qué debe responder. Si apostamos, como creo que debemos hacerlo, por una educación pública de calidad, hay que invertir, sí, pero también hay que mejorar para que la inversión vaya de la mano de una mejora de los resultados. Para pedir dinero es clave hacer lo que nosotros podemos hacer: trabajar más, formarnos mejor y, en la medida de nuestras humildes posibilidades, hacer que la educación vaya hacia arriba. Es algo así como una aplicación de la doctrina Ghandi... y ya sabemos que al final la India consiguió la independencia.
En fin, es una opinión muy particular.
Un saludo,