jueves, 15 de diciembre de 2011

Atreverse a pensar



Paula, alumna de 4º curso de "Métodos y técnicas de investigación histórica", nos deja una interesante reflexión sobre el sentido de la Historia. Uno de los mayores estímulos que puede sentir un docente es comprobar que tus estudiantes son capaces de formar pensamientos propios, complejos, y además engarzarlos con una redacción cuidada. Atreverse a pensar, en definitiva.


La Utilidad de la Historia

Author: Paula Ortega / Etiquetas:



“La filosofia no necesita protección, ni atención, ni simpatía de la masa. Cuida su aspecto de perfecta inutilidad, y con ello se liberta de toda supeditación al hombre medio.”

Ortega y Gasset. La rebelión de las masas.


A raíz del artículo de mi compañero Daniel Atienza “Donde habite el olvido” se me ocurrió recurrir a Ortega y Gasset, con el que coincido en numerosos aspectos para explicar cuál es para mí la utilidad de la Historia.

Cuatro años casi llevo preguntándome para qué sirve saber Historia además de para “pensar mejor”. Me lo he estado preguntando, sobretodo, de cara al “forastero” en materia. Para mí la Historia aporta una visión panorámica de la evolución del hombre en casi todos los aspectos. Pero no me pareció suficiente justificación la de explicar que la historia me ayuda a entender las transiciones, la evolución (o involución), las innovaciones técnicas, los cambios del pensamiento, las batallas, los tipos de dominación, la extinción de ciertas civilizaciones y el triunfo de otras, a entender el presente, que todo termina... etc.

¿Y qué utilidad puede hallar la sociedad en ésto? Cada vez me parece más lógico y menos sensato que la historia (y la filosofía) se observe “desde fuera” como algo inútil. La visión sobre ”el todo” parece estar en extinción porque “el todo” no sirve para convertirnos en engranajes del sistema. De hecho, se tiende a la hiperespecialización en todos los ámbitos. “El todo”, pues, ya no es útil. El sistema no necesita ser comprendido, sencillamente debe ser mantenido y para eso estudiamos en pro de transformarnos en microtornillos de una macroestructura.

Pero recurriré al bueno de Ortega, que explica muy bien las cosas y es harto persuasor:

Según Ortega la dominación actual es ejercida por el burgués, cuya élite es representada por el técnico, el hombre de ciencia, quien ha ido estrechando su campo de ocupación intelectual “perdiendo contacto con las demás partes de la ciencia, con una interpretación integral del universo”. Para Ortega ésto comienza con el enciclopedismo del siglo XIX y progresivamente va desplazándose la adquisición de una cultura integral a favor de una mayor especialización. En 1890 surge una nueva generación cuyos conocimientos están realmente limitados a una ciencia determinada de la cual se tiende a conocer únicamente la pequeña porción en la que se está activo. El investigador “llega a proclamar como una virtud el no enterarse de cuanto quede fuera del angosto paisaje que especialmente cultiva, y llama dilettantismo a la curiosidad por el conjunto del saber”.

Y habla Ortega, también, sobre la creciente complejidad de la civilización cuyos problemas han de resolverse con nuevos medios perfeccionados “pero es menester que cada nueva generación se haga dueña de esos medios adelantados. Entre estos hay uno perogrullesco unido al avance de una civilización, que es tener mucho pasado a su espalda, mucha experiencia; en suma: historia. El saber histórico es una técnica de primer orden para conservar y continuar una civilización provecta. No porque dé soluciones positivas al nuevo cariz de los conflictos vitales sino porque evita cometer los errores ingenuos de otros tiempos.” Y para Ortega era éste el principal problema, la falta de “cultura histórica” y parece que hogaño no ha variado la situación asaz. Si al pasado “se le echa, vuelve, vuelve irremediablemente”y para evitarlo hay que saber que existe.

Y no debe dejarse de lado sentencia tal como “somos unos enanos encaramados en los hombros de unos gigantes. Así vemos más lejos que ellos, no porque nuestra mirada sea más aguda o nuestra estatura más alta, sino porque ellos nos llevan encima y nos elevan sobre su altura gigantesca" de Bernardo de Chartres, que hacía referencia al superhombre griego que abrió paso al de su tiempo. No hay más que profundizar el surco ya marcado y si el surco se hace muy profundo se convierte en pozo y si se sigue cavando, en abismo. Entonces es más difícil verlo todo desde un sólo punto. Como dice Ortega “la civilización cuanto más avanza se hace más compleja y más difícil” y “es el hombre quien fracasa por no poder seguir con el progreso de su misma civilización. Da grima oír hablar sobre los temas más elementales del día a las personas relativamente más cultas. Parecen toscos labriegos que con dedos gruesos y torpes quieren coger una aguja que está sobre una mesa. Se manejan, por ejemplo, los temas políticos y sociales con el instrumental de conceptos romos que sirvieron hace doscientos años para afrontar situaciones de hecho doscientas veces menos sutiles”. Y he aquí, que nos encontramos con la mencionada dominación burguesa, fomentadora de la técnica y del técnico, que como dice Ortega, puede ser mediocre y hacer avanzar a la civilización, pero sin el mérito del clásico precursor que lo veía todo desde el pequeño surco, el “todo” era una parte ínfima de todo. Y aun conociendo éste técnico burgués únicamente un pequeñísimo ámbito, “encerrándose en uno”, se convierte en el ejemplo. Así se fomenta la “desarticulación del saber”. “Se trabaja con uno de esos métodos como con una máquina, y ni siquiera es forzoso para obtener abundantes resultados poseer ideas rigurosas sobre el sentido y fundamento de ellos. Así la mayor parte de los científicos empujan el progreso general de la ciencia encerrados en la celdilla de su laboratorio, como la abeja en la de su panal o como el pachón de asador en su cajón”. Y prosigue más adelante “el especialista “sabe” muy bien su mínimo rincón de universo; pero ignora de raíz todo el resto”.

Y con ésto quiero llegar a justificar el estudio de la Historia (y la Filosofía) como el estudio del “todo”, a pesar de las especializaciones que nos invaden por doquier. Estos estudios que parecen condenados a la extinción son los más útiles para agilizar a las mientes pero poco para conservar al sistema.

Fuente: ORTEGA Y GASSET, José. La rebelión de las masas. (Concretamente los siguientes capítulos: “X Primitivismo e Historia”, “XI La época del ´señorito satisfecho´“ y “XII La barbarie del ´especialismo´”). Altaya. Grandes Obras del Pensamiento. Barcelona, 1993.

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