Se trata de un libro valiente, en ocasiones polémico, sobre el sentido que tiene el estudio de la Historia para el autor y el futuro que le augura. Digo que es un libro valiente ya que no son muchos los historiadores que reflexionan sobre nuestra propia actividad y profesión, con todo lo que eso conlleva (Véase el célebre Homo Academicus de Bourdieu). Para Luckas, la Historia es más literatura que ciencia, de ahí que califique (con cierto desdén) como "modas" la irrupción de las grandes escuelas historiográficas del siglo XX. Además, siempre según este autor, la Historia no puede y no deber pertenecer a un colectivo único, el de "historiadores profesionales", ya que también a partir de la novela se puede aprender mucho del pasado. De ahí que apueste de un modo claro por hacer divulgación, por hacer, contar, plasmar y enseñar historia por todos y para todos.
Contar con escritos que hagan reflexionar, pensar, siempre debe ser bienvenido. En este caso, además, se trata de un libro con el que muy posiblemente se coincidirá en algo y muy difícilmente se puede estar de acuerdo con el conjunto de diatribas aquí reunidas. En mi opinión, acierta de lleno al mostrar la aparente paradoja en la que nos movemos: la sociedad reclama más y más historia, mientras que la versión académica (su enseñanza, el valor de sus profesionales, etc), tiende a decrecer. Ahora bien, es un libro que parece defender la utilidad de la historia-literatura entendida en el sentido más clásico del término, como si la aproximación a las Ciencias Sociales fuese negativa per se. Así, Luckas reivindica la vigencia de los métodos clásicos de enseñanza y escritura del pasado al tiempo que desdeña las aportaciones que pudieran proceder de las Nuevas Tecnologías.
En suma, se trata de un libro que no deja indiferente al lector. Además tiene pasajes célebres como el siguiente, cuyo objetivo es reivindicar el interés de la historia-divulgación:
"Pero hoy el hambre de historia de muchos estadounidenses ha alcanzado cotas considerables y desconocidos hasta ahora. Y, por supuesto, esa hambre se puede saciar, y de hecho se está saciando, con abundante comida basura. Puede que los historiadores profesionales sean conscientes de esto último, pero no lo son, en general, del significado de esa hambre" (p. 63).
Por ello mismo es un libro recomendable para todo lector animoso en su propio pensamiento.
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