viernes, 16 de diciembre de 2016

Historia... ¿para qué?

Seguro que no es una frase desconocida para cualquier docente. Incluso para cualquier interesado en la materia. ¿Qué lecciones se pueden extraer del pasado? ¿Qué me aporta su estudio para mi presente? ¿Es útil? La respuesta puede ser fácil cuando es un historiador quien la expresa. Quizás sea más difícil de entender para quien sólo observa la realidad desde el punto de vista de lo inmediato, en ocasiones de lo tecnológico.
Historia debería otorgar amplitud de miras. Por supuesto, para entendernos y mejorarnos. Pero, especialmente, amplitud de miras para imaginar soluciones para un futuro que irremediablemente se encuentra ligado al pasado. Mal historiador sería el que no es capaz de imaginar; mejor dicho, proponer interpretaciones plausibles sobre un pasado que naturalmente no es posible reconstruir. Si un historiador es capaz de imaginar soluciones para entender el pasado -perdón, pensaba en hipótesis fundamentadas- ¿acaso ese modo de entender la realidad no será aprovechable para generaciones futuras? ¿Su conocimiento, acaso, no servirá para generar actividad económica?

En cualquier caso hay un punto en el que los historiadores debemos ser cautos, cuando no autocríticos. Para pasar de la investigación a la transferencia hay que conocer algo de metodología de innovación. Quizás lo más oportuno sea pensar en "Lean Star-Up", cuyo aprendizaje y puesta en práctica no es tan complejo como en un principio se podría suponer. Lo más importante, en cualquier caso, es concebir la posibilidad de pensar de modo diferente, de experimentar la maravillosa sensación de ser disruptivo como fórmula previa para la creación. Este es el origen de cualquier libro; también puede ser el origen de cualquier otra forma de transferencia de conocimiento.

Si hablamos de estos temas, no podemos dejar de mencionar Ashoka y las Escuelas ChangeMaker.Constituyen el corazón de la innovación, en el aula y fuera de ella. El corazón de nuevas propuestas para construir un mundo mejor. Mejor desde la clase, mejor entre todos y con todos. Mejor con pasado, conociendo el mismo para ponerlo en valor y saber que no habrá ciudadanía mejor formada que aquella que entienda que sin conocer nuestro pasado es difícil mejorar el futuro. Empero, señore/as, para ello los historiadores también deberíamos cambiar algunas de nuestras pautas y saber que, más allá de los libros, existe el conocimiento y que este solo toma sentido si llega a la sociedad desde formas múltiples.